Un poco de Historia
La referencia más antigua al vocablo arepa la proporciona Galeotto Cei en su Viaje y descripción de las Indias (1539-1553):
"Hacen otra suerte de pan [con el maíz] a modo de tortillas, de un dedo de grueso, redondas y grandes como un plato a la francesa, o poco más o menos, y las ponen a cocer en una tortera sobre el fuego, untándola con grasa para que no se peguen, volteándolas hasta que estén cocidas por ambos lados y a esta clase llaman areppas y algunos fecteguas".
G. Cei
Además, fray Pedro Simón, en su obra Noticias Historiales de las conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales, y Bernabé Cobo, en Historia del Nuevo Mundo, escribieron que «en América los aborígenes hacían unas tortas tan gruesas como un dedo, que se llaman arepas».
Algunas fuentes aseguran que la palabra proviene del cumanagoto -lengua del pueblo amerindio de la etnia Caribe del mismo nombre que habitó en la antigua provincia de Nueva Andalucía llamada hoy Cumaná, y cuyos descendientes habitan actualmente al norte del Estado Anzoátegui, Venezuela-, en el que el vocablo erepa significa ‘maíz’, ingrediente básico en la preparación de la arepa.2 Por ello, algunos sitúan el origen de la arepa en lo que hoy es Venezuela.
Respecto del difícilmente discutible origen indígena de la arepa, el académico y ensayista histórico sobre la cultura de Suramérica Mariano Picón Salas destaca su similitud con la forma del disco solar, «como sin en ellas las nobles razas que la crearon quisieran venerar a ese primero y más visible Dios que calienta la tierra».
El viajero sueco Carl August Gosselman, quien recorrió a Colombia por las regiones de Antioquia y el Viejo Caldas, escribió en su libro Viaje por Colombia 1825-1826 a su regreso a Estocolmo:
Lo que más abunda [En Venezuela] es el maíz, que se expende en forma de arepas, gruesas galletas de muy buen sabor, sanas y algo más nutritivas que el pan, prescindiendo de la porción de agua que contienen. Hoy día, ricos y pobres comen con gusto las sabrosas arepas.
La arepa era preparada y consumida por los aborígenes de los territorios correspondientes a las actuales Colombia, Panamá y Venezuela desde antes de la llegada de los españoles; en la actualidad es considerada un icono cultural representativo de Colombia y de Venezuela, y una herencia común y compartida por ambas naciones.